*** SIMI ***

Alexion hablando con Xirena"— ¿La conoces?
— Cuido de ella.
Para su completa estupefacción, lágrimas sangrientas llenaron sus ojos.
— ¿Tú cuidas de mi hermana?
Él asintió.
— Siempre. Es como mi hija.
Una lágrima roja cayó rápidamente por su mejilla
— ¿Mi simi vive? ¿Está bien?
— Igual que una reina en un trono."

Pero como su — otro— padre, sabía que era necesario para Simi y para el resto del mundo que probase y le enseñase a un poco de moderación.
— No necesitas comprar ninguna otra cosa, Simi.
La respuesta cantarina de ella fue rápida y automática. — Sí lo necesito.
— No,— él insistió. — No lo necesitas. Ya tienes chuchearías de sobra para mantenerte ocupada.
Ella le hizo pucheros mientras sus ojos llameaban ahora rojos y su cola daba un golpecito alrededor.
— Dame mi plástico, Lexie. ¡Ahora!
— No.
Ella gimió, luego dio media vuelta hacia Acheron y voló hasta su trono. Repentinamente QVC apareció en sus monitores.
— Simi…— le dijo Acheron. — Estaba viendo algO.
— Oh, bah, es una caricatura estúpida. ¡La Simi quiere su Diamonique, akri, y ella lo quiere ahora!
Acheron pasó una exasperada mirada hacia Alexion.
— Dale las tarjetas de crédito.
Alexion le miró.
— Está tan mimada, que se comporta egoístamente. Debe aprender a controlar sus impulsos.
Acheron arqueó una ceja ante él.
— ¿Y cuánto tiempo has estado tratando de enseñarle moderación, Alexion?
Eso no merecía comentario alguno. Había cosas en la vida que eran ciertamente en vano. Pero la inmortalidad era ya lo suficientemente aburrida. Tratar de controlar a Simi a menudo le añadía una gran cantidad de chispa a eso.
— Al final conseguí que se sentase delante de la televisión quietecita… eso es algo.
Acheron puso sus ojos en blanco.
— Síp, después de cinco mil años de estar intentándolo. Es una demonio, Lex. La moderación no está en su programa.
Antes de que Alexion pudiera discutir, la caja donde guardaba las tarjetas de crédito de Simi apareció en el aire ante ella.
— ¡Ha!— le dijo Simi en un tono muy contento antes de agarrar la caja y mecerla en sus brazos. Su felicidad murió cuando se dio cuenta de que estaba cerrada. Inmovilizó a Alexion con una mirada amenazadora. — Ábrela.
Antes de que pudiese negarse, la caja se abrió.
— ¡Gracias, akri!— gritó Simi cuando cogió sus tarjetas, luego se marchó revoloteando y se dirigió hacia su teléfono celular.
Alexion hizo un sonido de disgusto hacia Acheron cuando la caja desapareció.
— No puedo creer que hayas hecho eso.