Cazadores Oscuros *ARGENTINA*
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Belerofonte *Mito*

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Mensaje  Invitado Lun Mar 30, 2009 5:43 pm

Un importante héroe de Corinto fue Belerofonte que, según los narradores de mitos, entra en la historia con mal pie al matar a Belero, considerado como el tirano de Corinto y, según otras versiones, un hermano del propio Belerofonte, en un accidente de caza. El nombre de Belerofonte significa "matador de Belero". Era nieto de Sísifo y salió victorioso de muchas empresas difíciles utilizando la astucia, como hubiera hecho su abuelo.

En cuanto se produjo la muerte de su hermano, Belerofonte abandonó Corinto y fue a refugiarse a la región de la Argólide. Una vez aquí, se encaminó hacia el palacio de Preto, que reinaba en Tirinto, con el propósito de ser purificado por él. El monarca lo acogió con hospitalidad pero su esposa se prendó de la belleza de aquel joven corintio y le propuso mantener relaciones. Belerofonte, que había ido exclusivamente a la Argólide para aunar consuelo y comprensión a sus cuitas, vio de nuevo llegada otra desgracia para él. Con todo, y porque además no quería que su generoso anfitrión, el rey de Tirinto, tuviera razón alguna para desconfiar de la honorabilidad de su huésped, rechazó todo amago de infidelidad por parte de la esposa de aquél. Tal actitud de rechazo provocó la ira de Antea o Estenebea, que así se llamaba la mujer de Preto, y en cuanto tuvo ocasión, lo calumnió públicamente y lo acusó, en presencia de su propio marido, de intento de violación.

En cuanto hubo oído el rey de Tirinto la sarta de embustes inventada por su esposa, se quedó perplejo; más no por ello desconfió de tales aseveraciones, ni puso en duda las palabras de su consorte. Decidió, entonces, apartar de su palacio al viajero que había venido a turbar la paz de su hogar y, de este modo, Belerofonte se vio, de nuevo envuelto en intrigas y maquinaciones inventadas, en este caso, por una mujer herida en su orgullo y despechada en su ardor amoroso. Lo cierto es que el joven corintio fue expulsado con diplomacia del palacio de Preto, quien le entregó una carta y le engañó respecto a su contenido, ya que le dijo que era una carta de recomendación para su nuevo anfitrión el rey de Licia cuando, en realidad, se trataba de una misiva que exigía la muerte de su portador. Y es que en la antigüedad clásica existía la costumbre de respetar hasta el extremo a los invitados y, por lo mismo, no se podían quebrantar las leyes hospitalarias de ningún modo. Desde entonces, y para la posteridad, cuando el mensajero lleva una carta con instrucciones perjudiciales sólo para él mismo, se la denomina "Carta de Belerofonte".

Al llegar Belerofonte a la región de Licia, fue recibido por Yobates que regía los destinos de los habitantes de aquellas tierras. Además, era el padre de Antea, la mujer que había causado la confusión, y levantado los más ruines infundios, en torno al joven corinto que se había atrevido a rechazar sus insinuaciones amorosas.

El rey de Lacia agasajó a su nuevo huésped con fiestas y comidas que duraron más de una semana. Y, cuando llegó el día décimo, el espléndido anfitrión abrió la carta que su huésped le había entregado al llegar. Para dar cumplimiento a tan drástico mandato, Yobates encargó a Belerofonte una empresa peligrosa que consistía en matar a un terrible monstruo que estaba minando los rebaños de todo el país y devoraba a cuantos ciudadanos hallaba a su paso. Pero los dioses aún le eran propicios a Belerofonte y, por lo mismo, le concedieron el deseo de montar a Pegaso, el caballo alado más veloz de cuantos hasta entonces habían existido en la faz de la tierra y que, según la leyenda, había surgido de la sangre de la gorgona Medusa, para afrontar el inminente peligro. El valiente joven corintio se encontró con un temible animal llamado Quimera, que tenía la cabeza de león, el cuerpo de cabra y la cola de dragón; arrojaba fuego por su boca y todo cuanto había a su alrededor quedaba abrasado. Belerofonte, a lomos de Pegaso, condujo a éste con la brida de oro que lo hacía dócil y manso, y que la diosa Atenea le había regalado y, con inusitado ímpetu lanzó contra la Quimera un pesado dardo que se introdujo por su cavernosa boca. En cuanto se hubo fundido por efecto del fuego que el monstruo exhalaba por sus enormes fauces, el dardo se convirtió en plomo que, al instante, se desparramó por las entrañas de Quimera produciendo la muerte del terrible monstruo.

Después de salir victorioso de tan tremenda aventura, Belerofonte fue enviado a luchar contra las Amazonas, mujeres guerreras que repudiaban la compañía de los varones y tenían una fuerza superior, y también las venció en cruento combate. Finalmente, el propio Yobates envió a sus guerreros contra Belerofonte, quienes le prepararon una emboscada para acabar con él. Sin embargo, los sucesos acaecieron al revés pues Belerofonte no dejó vivo ni a uno de sus atacantes. Entonces el rey de Ticia, asombrado y admirado por la valentía y fuerza de su huésped, pensó que sin duda se hallaba bajo la protección de las deidades del Olimpo y, al punto, le explicó a Belerofonte las razones de su actuación para con él. Le dio a leer el contenido de la carta de Preto y el joven corintio comprendió todo enseguida. Aceptó quedarse a vivir en Licia y Yobates le concedió la mano de su hermosa hija Filónoe. Cuenta la leyenda que, en cuanto tales hechos y hazañas llegaron a oídos de Antea, ésta no pudo soportar los celos y se envenenó.

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