Lady Beretta
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Lady Beretta
Lady Beretta
Historia inspirada en los agentes de la BAD, obra de la autora Sherrilyn Kenyon.
Prólogo
Un beso. Un hasta pronto. Una reunión. Tiempo que se va. Fuego, dolor, sufrimiento. Dos corazones unidos se rompen al separarse.
Capítulo 1
“Entonces ella cayó rendida ante sus encantos de seducción.”
Lisa levantó ligeramente la vista por encima de la pantalla de su portátil con el entrecejo fruncido, un poco molesta por la continuación que le había ofrecido Damien.
-¿Realmente piensas que las mujeres caemos así de fácil?
-Sobre mi se abalanzan incluso cruzando menos palabras.
Con una sonrisa imposible de disimular escribió la frase. Realmente la única razón por la que había dejado entrar a Damien en su vida era que el chaval tenia buenas ideas y tener un amigo así cuando intentas escribir un libro era bastante útil. Por no hablar de que Damien parecía un modelo de Calvin Klein recién salido de fábrica. Alto, musculoso, de rasgos duros y un aura de control admirable. El pelo negro en conjunto con algo de barba recién salida y sus gafas de marca le daban un aire de intelectual muy atrayente . Pero para desgracia del género femenino Damien hacía tiempo que había dejado claro que le interesaban otros “terrenos de caza”. Una lástima.
-¿Entonces lo siguiente es una apasionada escena de amor en el cuarto de
interrogatorios de un bunker lleno de armas nucleares?.
-Tu lo has dicho, es lo que vende.
-Creo que lo mejor es que prepare esta noche la escena y lo comentamos mañana.
-Tu mandas “Lady Beretta”, no me empieces a tratar como a nuestro agente. Nos
vemos mañana en clase.
Cuando cerró la puerta no pudo evitar mirarse al espejo, ella no se parecía nada a la jefa de su agente de novela, aunque ella hubiera reflejado su personalidad. La jefa , llamada Lady Beretta cariñosamente, era una mujer despiadada, estricta e implacable. Así había conseguido llegar a ser la número uno de su promoción y ascendió puestos a una velocidad de vértigo hasta convertirse en jefa de un equipo oculto de fuerzas especiales. Quien mejor para controlar a un grupo de agentes un tanto chiflados con un gran número de habilidades ilegales pero necesarias para el trabajo. Lisa era así, incluso tenían la misma altura. Pero en lugar de impolutos trajes de falda corta ella llevaba pantalones y camisetas amplias llenas de dibujos. Por no hablar del pelo. El cabello castaño seco y estropeado de Lisa no se podía comparar con la imponente melena color rojo fuego que lucía la jefa en contraste con unos ojos gatunos color verde. Dejó salir el aire muy lentamente, se acercó hacia el escritorio y cerró el portátil. Vivir otras vidas era divertido pero era doloroso volver a la realidad.
Al rato escuchó como su madre abría la puerta volviendo de la compra como la perfecta ama de casa que pretendía ser. Lisa estaba harta de que todo en su vida fuera normal, salvo su horroroso nombre, demasiado largo para su gusto, María Elisabetta.
Tas suspirar un segundo se resignó y bajó a ayudar a su madre con la cena.
Acabaron de cenar, como siempre, en silencio. Recogían la mesa siempre entre las dos y su madre lavaba rápidamente los cacharros. Como siempre Lisa se levantó para ir a su cuarto a acabar el capítulo.
-¿Adonde vas, cariño?- la misma pregunta todas las noches
-A mi cuarto, quiero avanzar un poco más en la novela
-¿Has estudiado?. Me preocupa que no estudies tan cerca de los exámenes
-Mamá,no te preocupes, siempre apruebo
-Si, lo sé. Tienes el cerebro de tu padre.
Su padre. El extraño caído en ninguna parte. En un par de días llegaría la hoja del calendario. El día en que se fue. 14 de Noviembre. No sabía nada más de él. Ni fotos, cartas....... nada.
-Lo que quiero decir, hija, es que las historias están bien para evadirse un rato, pero nunca
debes olvidarte de vivir la tuya.
-Tranquila mamá, no me moveré de aquí, las cosas son siempre igual.
Lisa subió las escaleras mientras escuchaba como su madre abría el grifo. Lo que ya no escucho fue lo que dijo un momento cuando cerró los ojos por el dolor.
-¿Porqué tuvo que salir tan parecida a ti, Antonio?
El reloj dio las dos mientras Lisa aún seguía esribiendo. No podí evitarlo, si venía una idea tenia que escribirla aunque fueran las tantas.Al poco rato el cansancio comenzó a hacer mella en sus ojos, así que cerró el portatil y abrió la puerta para ir a la cocina a beber algo, pero apenas había abierto la puerta cuando escuchó unos ruidos en el piso de abajo. La alarma no había sonado y eran pisadas demasiado pesadas para ser de su madre. Buscó algo pesado con lo que pode dejar inconsciente a alguien pero la única arma potencial que encontró fué el abrecartas de plata que había pedido prestado a su madre. Preparada para atacar a cualquier intruso salió de su cuarto, pero cuando estaba a punto de alcanzar las escaleras una mano le cubrió la boca impiendola gritar y haciendola retroceder. Era su madre armada con una Beretta.
-Hay alguen abajo, iba a encargarme de ellos.
-Son tres hombres de unos 90 kilos cada uno hija, y te vas a encargar de ellos con un
alfiler. Ve a tu cuarto y no salgas oigas lo que oigas.
-Pero....
-Hazme caso por una vez ¿vale?
Pero cuando Lisa entró de nuevo en su cuarto su madre cerró la puerta tras ella con llave.
-Es lo mejor hija, no puedo dejar que te cojan.
Mirando por la cerradura vió como su madre cargaba el arma y regresaba a su cuarto a buscar algo. Escucho varios cajones al ser abiertos y la puerta del armario, que estaba atascada. Lo malo es que los que estaban abajo también lo habían escuchado y subian las escaleras directos hacia ellas.
Dos de ellos eran los típicos gorilas con cara de perro y rrapados, pero el tercero era un hombre elegante con el pelo corto y vestido de traje. De unos cuarenta y tanto, con el cabello castaño y a sembrado de canas. Sus facciones eran rectas y sombrias en la penumbra. Mientras los gorilas comenzaban a buscar en las habitaciones el hombre se inclino hacia las fotos que había en una mesilla del pasillo. Lisa sabía perfectamente lo que estaba mirando, era una foto de ambas.
-Buscad tambien a la hija, puede sernos util.
Incapaz de moverse vió como los hombres se dirigian hacia la habitación de su madre. Entonces fue cuando vio las horribles cicatrices y quemaduras que cubrian algunas zonas en la otra mitad de su rostro. Recorrian desde el inicio de la mandíbula hasta casi la barbilla,la sien y parte del ojo además de algunas zonas de la frente. Uno de los gorilas sacó una jeringuilla y la preparó, pero antes de que entrara en la habitación el hombre trajeado le retuvo agarrandolo por el brazo.
-No me importa lo que te haga, si le haceis un solo rasguño os cortaré la garganta a
ambos.
El gorila asintió y de una patada derribó la puerta del cuarto de su madre y rapidamente entraron armando gran alboroto. El hombre trajeado simplemente se apartó a un lado no queriendo ver la escena. Se escucharon golpes y ruidos estraños.
-Sujétala joder, no para de moverse
-¡Ah!, me ha mordido la zorra
-Y a mi me ha rajado las tripas y no me quejo, capullo.
Los ruidos cesaron. El hombre que había quedado fuera entró. A Lisa le estaba apunto de dar una taquicardia, de hecho le extrañaba que aún no la hubieran descubierto, pero el corazón se calló cuando vió como el hombre del traje llevaba su madre en brazos totalmente inconsciente. Tras el los dos gorilas salian de la habitación, uno de ellos con un gran corte en el vientre que sangraba abundantemente.
-Creo que voy a tener que cosermela luego, sin duda es buena. Nunca nadie había
conseguido herirme así.
Bajaron las escaleras tranquilamente con su trofeo, olvidandose de que había otra persona vivendo en esa casa. Por suerte para Lisa. Abrió la ventana, con el abrecartas entre los dientes se deslizó por el tejado y saltó hacia el arbol que crecía junto a su casa. Bajo ella los tres
hombres entraban en un coche , un Viper negro
En cuanto el motor comenzó a arrancar ella se deslizó por el tronco del arbol. Por desgracia el motor arancó rápido y lo único que pudo hacer fué intentar alcanzarlos a la carrera. Cuando el coche giró la esquina y se perdió en la noche lo único que pudo hacer fué llorar. Sentía el asfalto en sus pies descalzos, el frío de una noche de otoño y el angelito de plata, único adorno del abrecartas clavándosele en la palma de la mano. Arrastrando los pies volvió a casa. La cerradura de la puerta delantera estaba desmontada así que simplemente la empujó para que persistieran las huellas. Tenia esa esperanza, aunque aquellos tipos parecían saber lo que hacían. Cogió el teléfono y llamó a la policía. Se han llevado a mi madre, eso fue lo único que pudo decir antes de que el torrente de
lagrimas surgiera. Dejó caer la cabeza y esperó hasta escuchar las estridentes sirenas.
Capitulo 2
“Perdone señorita pero esto no concuerda.”
Lisa levantó la vista hacia el oficial que había hablado. Ella seguía sentada a la puerta de su casa, abrazándose las rodillas. Su casa estaba llena de policías realizando “el procedimiento rutinario en estos casos”, fuera el que fuera.
-Tenemos un problema señorita. Su madre no existe. Legalmente hablando.
-Eso no es posible. Simplemente no puede ser. Tiene que haber algún documento, la casa....
-La casa esta a su nombre, lo ha estado siempre. Se que es complicado , pero no hay
registros legales. Buscaremos huellas y pruebas biológicas pero solo podemos acusar a los
asaltantes de robo a mano armada y de invadir una propiedad privada. Le hemos montado
de nuevo la cerradura para que pueda descansar esta noche o podría quedarse en casa de
alguna amiga.
Alzó la mirada otra vez. Si pudiera, ahora mismo le clavaría el abrecartas, aquellos hombres no tenían intención de buscar a su madre, la cual no existía en ningún registro. ¿Por qué la cosa solo iba a peor?.
-Si no van a hacer nada márchense y déjenme sola.
Cuando todos se hubieron marchado, únicamente entonces, se permitió soltar el abrecartas y cerrar la puerta. Fue derecha a su habitación.
Estaba decidida, ella sería la única que la buscaría, aunque eso supusiera abandonar todo lo que alguna vez había conocido como propio. Nada más abrir la puerta de su habtación vio el portátil, tal como lo había dejado tras haber estado escribiendo su historia. Cogió un CD de los muchos que usaba y vació todos sus archivos, dejando los programas. A su alrededor no había nada más que quisiera conservar. La ropa no servía a su propósito, la videoconsola tampoco. Sus libros... eran su vida. Pero los había leido tantas veces que no era necesario que los conservara.
Dejando todo fue haci el cuarto de su madre para coger la mochila donde llevaba su ordenador al trabajo. No tenía fuerzas para entrar donde su madre había luchado con uñas y dientes pero era necesario. todo estaba desordenado. La enorme ventana que dejaba entrar la luz a raudales estaba abierta de par en par dejando entrar el aire. La ropa de cama estaba arrugada y fuera de su sitio. Había cajones abiertos y tirados por el suelo. Cerca de uno de ellos había un cuchillo de caza de unos 15 cm, el que había usado su madre contra aquel gorila. No tenía ni huellas ni sangre. Lo habían limpiado. Por desgracia Lisa había tenido razón, la policía no había encontrado nada, eran profesionales. Se paró a pensar un minuto en el cuchillo. ¿Donde lo tendría escondido para que no lo hubiera visto antes? Giró la cabeza hasta que vió uno de los cajones entreabiertos. Instintivamente, como si ya supiese lo que había allí pasó las manos por debajo del cajon hasta que encontró la funda. Al intentar sacarla algo cayó a sus pies. Un gran sobre marrón. Lo tiró sobre la cama sin mirar que contenía. Ademas del cuchillo posiblemente le vendría
bien la navaja de mariposa que había comprado a espaldas de su madre, que tenía escondida en el garaje. Sin parar un momento bajó a buscarla.
Historia inspirada en los agentes de la BAD, obra de la autora Sherrilyn Kenyon.
Prólogo
Un beso. Un hasta pronto. Una reunión. Tiempo que se va. Fuego, dolor, sufrimiento. Dos corazones unidos se rompen al separarse.
Capítulo 1
“Entonces ella cayó rendida ante sus encantos de seducción.”
Lisa levantó ligeramente la vista por encima de la pantalla de su portátil con el entrecejo fruncido, un poco molesta por la continuación que le había ofrecido Damien.
-¿Realmente piensas que las mujeres caemos así de fácil?
-Sobre mi se abalanzan incluso cruzando menos palabras.
Con una sonrisa imposible de disimular escribió la frase. Realmente la única razón por la que había dejado entrar a Damien en su vida era que el chaval tenia buenas ideas y tener un amigo así cuando intentas escribir un libro era bastante útil. Por no hablar de que Damien parecía un modelo de Calvin Klein recién salido de fábrica. Alto, musculoso, de rasgos duros y un aura de control admirable. El pelo negro en conjunto con algo de barba recién salida y sus gafas de marca le daban un aire de intelectual muy atrayente . Pero para desgracia del género femenino Damien hacía tiempo que había dejado claro que le interesaban otros “terrenos de caza”. Una lástima.
-¿Entonces lo siguiente es una apasionada escena de amor en el cuarto de
interrogatorios de un bunker lleno de armas nucleares?.
-Tu lo has dicho, es lo que vende.
-Creo que lo mejor es que prepare esta noche la escena y lo comentamos mañana.
-Tu mandas “Lady Beretta”, no me empieces a tratar como a nuestro agente. Nos
vemos mañana en clase.
Cuando cerró la puerta no pudo evitar mirarse al espejo, ella no se parecía nada a la jefa de su agente de novela, aunque ella hubiera reflejado su personalidad. La jefa , llamada Lady Beretta cariñosamente, era una mujer despiadada, estricta e implacable. Así había conseguido llegar a ser la número uno de su promoción y ascendió puestos a una velocidad de vértigo hasta convertirse en jefa de un equipo oculto de fuerzas especiales. Quien mejor para controlar a un grupo de agentes un tanto chiflados con un gran número de habilidades ilegales pero necesarias para el trabajo. Lisa era así, incluso tenían la misma altura. Pero en lugar de impolutos trajes de falda corta ella llevaba pantalones y camisetas amplias llenas de dibujos. Por no hablar del pelo. El cabello castaño seco y estropeado de Lisa no se podía comparar con la imponente melena color rojo fuego que lucía la jefa en contraste con unos ojos gatunos color verde. Dejó salir el aire muy lentamente, se acercó hacia el escritorio y cerró el portátil. Vivir otras vidas era divertido pero era doloroso volver a la realidad.
Al rato escuchó como su madre abría la puerta volviendo de la compra como la perfecta ama de casa que pretendía ser. Lisa estaba harta de que todo en su vida fuera normal, salvo su horroroso nombre, demasiado largo para su gusto, María Elisabetta.
Tas suspirar un segundo se resignó y bajó a ayudar a su madre con la cena.
Acabaron de cenar, como siempre, en silencio. Recogían la mesa siempre entre las dos y su madre lavaba rápidamente los cacharros. Como siempre Lisa se levantó para ir a su cuarto a acabar el capítulo.
-¿Adonde vas, cariño?- la misma pregunta todas las noches
-A mi cuarto, quiero avanzar un poco más en la novela
-¿Has estudiado?. Me preocupa que no estudies tan cerca de los exámenes
-Mamá,no te preocupes, siempre apruebo
-Si, lo sé. Tienes el cerebro de tu padre.
Su padre. El extraño caído en ninguna parte. En un par de días llegaría la hoja del calendario. El día en que se fue. 14 de Noviembre. No sabía nada más de él. Ni fotos, cartas....... nada.
-Lo que quiero decir, hija, es que las historias están bien para evadirse un rato, pero nunca
debes olvidarte de vivir la tuya.
-Tranquila mamá, no me moveré de aquí, las cosas son siempre igual.
Lisa subió las escaleras mientras escuchaba como su madre abría el grifo. Lo que ya no escucho fue lo que dijo un momento cuando cerró los ojos por el dolor.
-¿Porqué tuvo que salir tan parecida a ti, Antonio?
El reloj dio las dos mientras Lisa aún seguía esribiendo. No podí evitarlo, si venía una idea tenia que escribirla aunque fueran las tantas.Al poco rato el cansancio comenzó a hacer mella en sus ojos, así que cerró el portatil y abrió la puerta para ir a la cocina a beber algo, pero apenas había abierto la puerta cuando escuchó unos ruidos en el piso de abajo. La alarma no había sonado y eran pisadas demasiado pesadas para ser de su madre. Buscó algo pesado con lo que pode dejar inconsciente a alguien pero la única arma potencial que encontró fué el abrecartas de plata que había pedido prestado a su madre. Preparada para atacar a cualquier intruso salió de su cuarto, pero cuando estaba a punto de alcanzar las escaleras una mano le cubrió la boca impiendola gritar y haciendola retroceder. Era su madre armada con una Beretta.
-Hay alguen abajo, iba a encargarme de ellos.
-Son tres hombres de unos 90 kilos cada uno hija, y te vas a encargar de ellos con un
alfiler. Ve a tu cuarto y no salgas oigas lo que oigas.
-Pero....
-Hazme caso por una vez ¿vale?
Pero cuando Lisa entró de nuevo en su cuarto su madre cerró la puerta tras ella con llave.
-Es lo mejor hija, no puedo dejar que te cojan.
Mirando por la cerradura vió como su madre cargaba el arma y regresaba a su cuarto a buscar algo. Escucho varios cajones al ser abiertos y la puerta del armario, que estaba atascada. Lo malo es que los que estaban abajo también lo habían escuchado y subian las escaleras directos hacia ellas.
Dos de ellos eran los típicos gorilas con cara de perro y rrapados, pero el tercero era un hombre elegante con el pelo corto y vestido de traje. De unos cuarenta y tanto, con el cabello castaño y a sembrado de canas. Sus facciones eran rectas y sombrias en la penumbra. Mientras los gorilas comenzaban a buscar en las habitaciones el hombre se inclino hacia las fotos que había en una mesilla del pasillo. Lisa sabía perfectamente lo que estaba mirando, era una foto de ambas.
-Buscad tambien a la hija, puede sernos util.
Incapaz de moverse vió como los hombres se dirigian hacia la habitación de su madre. Entonces fue cuando vio las horribles cicatrices y quemaduras que cubrian algunas zonas en la otra mitad de su rostro. Recorrian desde el inicio de la mandíbula hasta casi la barbilla,la sien y parte del ojo además de algunas zonas de la frente. Uno de los gorilas sacó una jeringuilla y la preparó, pero antes de que entrara en la habitación el hombre trajeado le retuvo agarrandolo por el brazo.
-No me importa lo que te haga, si le haceis un solo rasguño os cortaré la garganta a
ambos.
El gorila asintió y de una patada derribó la puerta del cuarto de su madre y rapidamente entraron armando gran alboroto. El hombre trajeado simplemente se apartó a un lado no queriendo ver la escena. Se escucharon golpes y ruidos estraños.
-Sujétala joder, no para de moverse
-¡Ah!, me ha mordido la zorra
-Y a mi me ha rajado las tripas y no me quejo, capullo.
Los ruidos cesaron. El hombre que había quedado fuera entró. A Lisa le estaba apunto de dar una taquicardia, de hecho le extrañaba que aún no la hubieran descubierto, pero el corazón se calló cuando vió como el hombre del traje llevaba su madre en brazos totalmente inconsciente. Tras el los dos gorilas salian de la habitación, uno de ellos con un gran corte en el vientre que sangraba abundantemente.
-Creo que voy a tener que cosermela luego, sin duda es buena. Nunca nadie había
conseguido herirme así.
Bajaron las escaleras tranquilamente con su trofeo, olvidandose de que había otra persona vivendo en esa casa. Por suerte para Lisa. Abrió la ventana, con el abrecartas entre los dientes se deslizó por el tejado y saltó hacia el arbol que crecía junto a su casa. Bajo ella los tres
hombres entraban en un coche , un Viper negro
En cuanto el motor comenzó a arrancar ella se deslizó por el tronco del arbol. Por desgracia el motor arancó rápido y lo único que pudo hacer fué intentar alcanzarlos a la carrera. Cuando el coche giró la esquina y se perdió en la noche lo único que pudo hacer fué llorar. Sentía el asfalto en sus pies descalzos, el frío de una noche de otoño y el angelito de plata, único adorno del abrecartas clavándosele en la palma de la mano. Arrastrando los pies volvió a casa. La cerradura de la puerta delantera estaba desmontada así que simplemente la empujó para que persistieran las huellas. Tenia esa esperanza, aunque aquellos tipos parecían saber lo que hacían. Cogió el teléfono y llamó a la policía. Se han llevado a mi madre, eso fue lo único que pudo decir antes de que el torrente de
lagrimas surgiera. Dejó caer la cabeza y esperó hasta escuchar las estridentes sirenas.
Capitulo 2
“Perdone señorita pero esto no concuerda.”
Lisa levantó la vista hacia el oficial que había hablado. Ella seguía sentada a la puerta de su casa, abrazándose las rodillas. Su casa estaba llena de policías realizando “el procedimiento rutinario en estos casos”, fuera el que fuera.
-Tenemos un problema señorita. Su madre no existe. Legalmente hablando.
-Eso no es posible. Simplemente no puede ser. Tiene que haber algún documento, la casa....
-La casa esta a su nombre, lo ha estado siempre. Se que es complicado , pero no hay
registros legales. Buscaremos huellas y pruebas biológicas pero solo podemos acusar a los
asaltantes de robo a mano armada y de invadir una propiedad privada. Le hemos montado
de nuevo la cerradura para que pueda descansar esta noche o podría quedarse en casa de
alguna amiga.
Alzó la mirada otra vez. Si pudiera, ahora mismo le clavaría el abrecartas, aquellos hombres no tenían intención de buscar a su madre, la cual no existía en ningún registro. ¿Por qué la cosa solo iba a peor?.
-Si no van a hacer nada márchense y déjenme sola.
Cuando todos se hubieron marchado, únicamente entonces, se permitió soltar el abrecartas y cerrar la puerta. Fue derecha a su habitación.
Estaba decidida, ella sería la única que la buscaría, aunque eso supusiera abandonar todo lo que alguna vez había conocido como propio. Nada más abrir la puerta de su habtación vio el portátil, tal como lo había dejado tras haber estado escribiendo su historia. Cogió un CD de los muchos que usaba y vació todos sus archivos, dejando los programas. A su alrededor no había nada más que quisiera conservar. La ropa no servía a su propósito, la videoconsola tampoco. Sus libros... eran su vida. Pero los había leido tantas veces que no era necesario que los conservara.
Dejando todo fue haci el cuarto de su madre para coger la mochila donde llevaba su ordenador al trabajo. No tenía fuerzas para entrar donde su madre había luchado con uñas y dientes pero era necesario. todo estaba desordenado. La enorme ventana que dejaba entrar la luz a raudales estaba abierta de par en par dejando entrar el aire. La ropa de cama estaba arrugada y fuera de su sitio. Había cajones abiertos y tirados por el suelo. Cerca de uno de ellos había un cuchillo de caza de unos 15 cm, el que había usado su madre contra aquel gorila. No tenía ni huellas ni sangre. Lo habían limpiado. Por desgracia Lisa había tenido razón, la policía no había encontrado nada, eran profesionales. Se paró a pensar un minuto en el cuchillo. ¿Donde lo tendría escondido para que no lo hubiera visto antes? Giró la cabeza hasta que vió uno de los cajones entreabiertos. Instintivamente, como si ya supiese lo que había allí pasó las manos por debajo del cajon hasta que encontró la funda. Al intentar sacarla algo cayó a sus pies. Un gran sobre marrón. Lo tiró sobre la cama sin mirar que contenía. Ademas del cuchillo posiblemente le vendría
bien la navaja de mariposa que había comprado a espaldas de su madre, que tenía escondida en el garaje. Sin parar un momento bajó a buscarla.
Última edición por Atloxia el Vie Ago 28, 2009 8:53 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Lady Beretta
Es muy bonito Adela. Escribiste algo mas de esta historia???
Tenes algun blog donde las cuelgues??
Yo voy a abrir uno para subir las mias!
Espero que sigas subiendolas... yo las leo, sabelo.
Tenes algun blog donde las cuelgues??
Yo voy a abrir uno para subir las mias!
Espero que sigas subiendolas... yo las leo, sabelo.
ka_lyrra- Cazador Oscuro
- Cantidad de envíos : 1042
Reputación : 37
Fecha de inscripción : 19/01/2009
Re: Lady Beretta
Texto trasladado al primer post.
Última edición por Atloxia el Vie Ago 28, 2009 8:55 am, editado 2 veces
Invitado- Invitado
Re: Lady Beretta
Siento no haber podido unirme a vosotras pero ya sabéis
Deseadme suerte, tengo uno diario....
Las historias las cuelgo en Dark x normalmete.
Espero que os guste
Deseadme suerte, tengo uno diario....
Las historias las cuelgo en Dark x normalmete.
Espero que os guste
Invitado- Invitado
Re: Lady Beretta
Otro cachito más, no he podido resistirme a escribir. He juntado todo en el post inicial par que estén todo seguido. Espero que les guste
Invitado- Invitado
Re: Lady Beretta
Bajó las escaleras casi volando y abrió la puerta que daba al garaje. Era una habitación cuadrada, en el centro estaba el pequeño coche que utilizaba su madre. La mayor parte del espacio sobrante estaba ocupado por estanterías atestadas de cajas y trastos. Estiró el brazo para encender el interruptor. La oscuridad continuó.
-Mierda- le salió del alma.
Entro a tientas, palpando el coche y las estanterías hasta que encontró la que había escogido. Se estiró hasta el último estante pero apenas llegaba a rozar la navaja con la yema de los dedos. Se estiró un poco más pero lo único que consiguió fue empujarla y que cayera por la parte trasera produciendo un estruendo metálico en lugar de un ruido seco contra el suelo. Buscó en todos los estantes pero sus manos no la encontraron hasta que llegó al estante más bajo, que le llegaba un poco por encima de la cintura. En teoría debería tener un par de estantes más antes de llegar al suelo, pero lo más extraño era que el estante estaba incrustado en la pared. Al retirar las cajas de cartón que ocupaban el espacio inferior se encontró con dos puertas metálicas y un candado. A tientas , con la poca luz que entraba por la puerta, buscó la caja de herramientas y la linterna.
Ahora con un poco más de iluminación intentó reventar la cerradura a martillazos en el limitado espacio que disponía. Tras varios intentos lo consiguió y la sorpresa la golpeó de lleno. Dentro había una moto de carreras.
Y eso que su madre se había cabreado cuando le contó que estaba ahorrando para comprarse una.
“Un momento”. Pasó las manos por encima y las sacudió, dejando caer una pesada capa de polvo y telarañas. ¡Esa moto llevaba allí años! Solo podía ser de su madre.
Entonces cayó en la cuenta, el sobre. Regresó a la habitación, cogió el cuchillo y abrió el sobre. En el interior había una pequeña tarjeta en la que había un número de teléfono, un código numérico y unas palabras escritas a mano. “Abre el armario” Era claramente la caligrafía de su madre. Ya habían abierto una de las puertas correderas y no había nada raro. Se acercó e intentó abrir la que estaba atascada empujándola. Al tercer intento captó algo, el manillar se había iluminado ligeramente. Desconfiando puso la mano sobre él. La luz se hizo más fuerte y tras un ruido metálico la puerta se abrió sola. Dentro había un completo arsenal militar y tecnológico. Esto se estaba pasando de raro. Volvió a mirar la tarjeta. Ya era hora de que alguien se las diera. Agarró el teléfono y marcó a pesar de que los dedos casi no le respondían.
Un tono, dos...., al tercero lo cogieron. Una voz amable y cantarina respondió.
-Oficina del Mayor. ¿En qué puedo ayudarle?
Como no, militares. Lisa intentó contestar con todo el ímpetu y la rabia posible.
-!Quiero hablar con el Mayor¡
- Perdóneme pero seguro que usted entiende perfectamente que no puedo hacerlo si no se identifica.¿Tiene, al menos, un código?
Lisa lo deletreó con la dicción más perfecta que pudo sin que la rabia le trabara la lengua
- Perfecto. Siento mucho haberla hecho esperar agente. En un momento se lo paso.
¿Agente? ¿Su madre? Ahora resulta que la perfecta ama de casa tendría, seguramente, licencia para matar. Por favor, que todo esto sea solo un mal sueño.
En el pentágono, la señorita Katherine golpeó tímidamente la puerta. Vestida con un traje de chaqueta , el cabello rubio recogido en una coleta y las gafas de pasta resbalándose casi en la punta de la nariz, parecía una secretaria cualquiera, pero era capaz de mucho más, requisito indispensable para estar a las órdenes del mayor. Al entrar se encontró una escena ya típica para ella, dos altos mandos del ejercito charlando, riéndose y contribuyendo a la polución con sendos puros.
-Mayor, ha llamado la agente 27918. Parecía en una situación peligrosa. Exigió en sobremanera hablar con usted.
-Déjame John, ya seguiremos charlando.
El oficial le dirigió un saludo militar y se marchó.
- Está esperando en la línea 3 , es segura.
- Gracias Katty, siempre útil.
El mayor dejó su puro y se recostó en el sillón. Descolgó el teléfono rápidamente.
-¿Qué ocurre agente?
-¡Quiero saber su nombre¡
-Ya sabe como me llamo Agente, ¿Qué es lo que necesita?
-¡Dígame de una maldita vez el nombre de mi madre¡
-María Elisabetta ¿Qué le ha ocurrido a la Agente 27918?
-¡Necesito saber le nombre de mi madre porque no existe legalmente!
-Se llama Marie.
-Alguien se la ha llevado
-Tu madre fue, hasta el momento de su retirada una de las mejores agentes que hemos tenido. He de suponer que la causa de su retirada fue tu nacimiento. Aunque podía haber seguido trabajando y nosotros habríamos mantenido tu seguridad.
Al igual que a otros agentes que se han retirado le dimos un código para llamar en caso de que necesitasen ayuda.
-La encontré entre sus cosas.
-Ya se que son unos momentos muy duros
-¡Y usted que coño sabe! ¡Toda mi puta vida ha sido una mentira y me entero porque un loco con la cara abrasada se la ha llevado!
Al otro lado la línea se quedó en silencio. O había dicho algo raro o era que había conseguido amedrentar al viejo general con su tono
-¡Quiero encontrarla y usted me va a ayudar!
-Hija, tu madre puso de muy mal humor a mucha gente, mafiosos, terroristas... . No puedes salir tú sola, pero creo que tengo una manera de ayudarte. Se que te queda un poco lejos pero hay un gimnasio llamado El Canguro Boxeador. Allí hay gente que, si estás dispuesta, te preparará lo suficiente como para sobrevivir si vas en su busca.
Lisa cerró el móvil, no quería escuchar nada más. Hasta ahora toda su vida había sido una farsa, pero ahora tenía la oportunidad de volver a escribirla.
Cuando regresó del supermercado, cerró la puerta y respiró tranquila. Tenía todo lo necesario, lo había meditado mucho pero estaba decidida. Fue derecha al cuarto de su madre y abrió el armario de par en par. En el estante de arriba había una gran bolsa de viaje negra y una mochila con un doble fondo, seguramente pensado para las armas. Primero llenó la mochila; las dos Berettas limpias y cargadas, varios cargadores, un silenciador... y todo el equipo electrónico, el mini-ordenador y la PDA. Además metió las copias de sus archivos. En la bolsa metió la ropa de su madre que pudiera usar, camisetas, pantalones.... . Ahora que ya tenia el equipaje listo era hora de rehacerse. Cogió las tijeras del escritorio de su madre y fue hacia el baño.
Tras un par de horas regresó a la habitación y se vistió con la ropa para montar en la moto. Los pantalones delineaban sus piernas a la perfección y la chaqueta de cuero era extrañamente cómoda. Las líneas amarillas y blancas que la decoraban marcaban un alto contraste con el cuero negro y el rojo de su pelo.
Su madre le había dicho que no confundiera realidad y ficción, que viajar por otras vidas estaba bien, pero siendo consciente de lo que es real. Ahora lo sabía, ahora era consciente de lo real y ahora iba a vivir la vida de verdad. María Elisabetta y Lady Beretta eran ahora una sola.
Revisó otra vez las pistolas, se echó la mochila al hombro y cogió la bolsa.
Hora de quemar rueda.
Damien llegó ante la puerta de la casa de Lisa como casi todas las tardes. Le gustaba mucho hablar con ella, sinceramente no era como el resto de chicas, tenía agallas. Cada día le parecía más extraño que la táctica de hacerse pasar por gay funcionara para que una feminista acérrima permitiera que un tío como él compartiera sus tardes. Cuando giró la esquina había algo fuera de lugar, delante de la puerta de la casa había una moto de gran cilindrada. El pelo de la nuca se le erizó al contemplar la idea de que otro hombre consiguiera acercarse lo suficiente a Lisa como para arrebatársela. Cunado vio salir al motorista empezó a verlo todo rojo.
El extraño enganchó la mochila a la moto y se aseguró la bolsa de viaje a la espalda. Durante un instante se quedo mirando hacia una ventana, la de Lisa. Había otro gallo en el gallineero, pero él estaba dispuesto a todo por conservarla. Se lanzó sobre él cuando estaba de espaldas con intención de hacerlo caer pero el otro se zafó y lo aprisionó contra la pared con la mano izquierda en la garganta. El cuero de los guantes le quemó la piel. Con la derecha preparada en un puño el desconocido se acercó hasta que su agitada respiración empañó el cristal tintado.
-¡¿Quién eres?!-la voz sonaba apagada desde el interior.
-Damien, un amigo de Lisa-las palabras le salieron ahogadas por la presión de aquella mano.
-¡¿Por qué me has atacado?!
-En esa casa no es muy común que entren hombres, así que pensé que estabas con Lisa o con su madre.
-Damien, me decepcionas. El agente Scott no habría dicho nada con la simple amenaza de un puño.
-¿Lisa?-. Entonces se levantó la visera del casco y reconoció aquellos ojos verdes.
-Me alegro de poder despedirme de alguien, Damien. Eres lo único que en queda que sea real.
-¿Te marchas? ¿ Y qué pasa con tu madre?
-A mi madre se la han llevado y yo me voy a buscarla. No te preocupes, se por donde empezar.
-¿Pero eso no debería hacerlo la policía?
-La historia es más complicada y cada vez más parecida a una mala novela de espías. Por
cierto, tengo algo que darte.
Entonces se quitó el casco, descubriendo una inmensa melena roja. Aquella ya no era Lisa, aquella era Lady Beretta, sexy y letal. Se inclinó sobre la moto regalándole una jugosa vsta de su trasero y sacó un disco de la mochila.
-Aquí tienes todas las notas que preparamos sobre el libro. Quiero que lo acabes por mí.
Damien cogió el disco sin pensar más que en lo que eso significaba para él, era un adiós.
-Lisa, quiero decirte algo que nunca me he atrevido a decirte.
-Ya me lo imagino, estás locamente enamorado de mí y no eres gay. No te preocupes, hace varios años que te sigo el juego, sobre todo después de pillarte varias veces mirándome el trasero.
Lisa se subió a la moto y se puso el casco
-Lo nuestro no pudo ser, pero créeme que si veo el libro en algún lugar y no me gusta te buscare..
-Entonces esto es un hasta siempre.
-Nunca se sabe, el mundo es un pañuelo que generalmente está bastante sucio.
-Entonces, hasta pronto Lady Beretta.
-Hasta pronto, Agente Damien.
-Mierda- le salió del alma.
Entro a tientas, palpando el coche y las estanterías hasta que encontró la que había escogido. Se estiró hasta el último estante pero apenas llegaba a rozar la navaja con la yema de los dedos. Se estiró un poco más pero lo único que consiguió fue empujarla y que cayera por la parte trasera produciendo un estruendo metálico en lugar de un ruido seco contra el suelo. Buscó en todos los estantes pero sus manos no la encontraron hasta que llegó al estante más bajo, que le llegaba un poco por encima de la cintura. En teoría debería tener un par de estantes más antes de llegar al suelo, pero lo más extraño era que el estante estaba incrustado en la pared. Al retirar las cajas de cartón que ocupaban el espacio inferior se encontró con dos puertas metálicas y un candado. A tientas , con la poca luz que entraba por la puerta, buscó la caja de herramientas y la linterna.
Ahora con un poco más de iluminación intentó reventar la cerradura a martillazos en el limitado espacio que disponía. Tras varios intentos lo consiguió y la sorpresa la golpeó de lleno. Dentro había una moto de carreras.
Y eso que su madre se había cabreado cuando le contó que estaba ahorrando para comprarse una.
“Un momento”. Pasó las manos por encima y las sacudió, dejando caer una pesada capa de polvo y telarañas. ¡Esa moto llevaba allí años! Solo podía ser de su madre.
Entonces cayó en la cuenta, el sobre. Regresó a la habitación, cogió el cuchillo y abrió el sobre. En el interior había una pequeña tarjeta en la que había un número de teléfono, un código numérico y unas palabras escritas a mano. “Abre el armario” Era claramente la caligrafía de su madre. Ya habían abierto una de las puertas correderas y no había nada raro. Se acercó e intentó abrir la que estaba atascada empujándola. Al tercer intento captó algo, el manillar se había iluminado ligeramente. Desconfiando puso la mano sobre él. La luz se hizo más fuerte y tras un ruido metálico la puerta se abrió sola. Dentro había un completo arsenal militar y tecnológico. Esto se estaba pasando de raro. Volvió a mirar la tarjeta. Ya era hora de que alguien se las diera. Agarró el teléfono y marcó a pesar de que los dedos casi no le respondían.
Un tono, dos...., al tercero lo cogieron. Una voz amable y cantarina respondió.
-Oficina del Mayor. ¿En qué puedo ayudarle?
Como no, militares. Lisa intentó contestar con todo el ímpetu y la rabia posible.
-!Quiero hablar con el Mayor¡
- Perdóneme pero seguro que usted entiende perfectamente que no puedo hacerlo si no se identifica.¿Tiene, al menos, un código?
Lisa lo deletreó con la dicción más perfecta que pudo sin que la rabia le trabara la lengua
- Perfecto. Siento mucho haberla hecho esperar agente. En un momento se lo paso.
¿Agente? ¿Su madre? Ahora resulta que la perfecta ama de casa tendría, seguramente, licencia para matar. Por favor, que todo esto sea solo un mal sueño.
En el pentágono, la señorita Katherine golpeó tímidamente la puerta. Vestida con un traje de chaqueta , el cabello rubio recogido en una coleta y las gafas de pasta resbalándose casi en la punta de la nariz, parecía una secretaria cualquiera, pero era capaz de mucho más, requisito indispensable para estar a las órdenes del mayor. Al entrar se encontró una escena ya típica para ella, dos altos mandos del ejercito charlando, riéndose y contribuyendo a la polución con sendos puros.
-Mayor, ha llamado la agente 27918. Parecía en una situación peligrosa. Exigió en sobremanera hablar con usted.
-Déjame John, ya seguiremos charlando.
El oficial le dirigió un saludo militar y se marchó.
- Está esperando en la línea 3 , es segura.
- Gracias Katty, siempre útil.
El mayor dejó su puro y se recostó en el sillón. Descolgó el teléfono rápidamente.
-¿Qué ocurre agente?
-¡Quiero saber su nombre¡
-Ya sabe como me llamo Agente, ¿Qué es lo que necesita?
-¡Dígame de una maldita vez el nombre de mi madre¡
-María Elisabetta ¿Qué le ha ocurrido a la Agente 27918?
-¡Necesito saber le nombre de mi madre porque no existe legalmente!
-Se llama Marie.
-Alguien se la ha llevado
-Tu madre fue, hasta el momento de su retirada una de las mejores agentes que hemos tenido. He de suponer que la causa de su retirada fue tu nacimiento. Aunque podía haber seguido trabajando y nosotros habríamos mantenido tu seguridad.
Al igual que a otros agentes que se han retirado le dimos un código para llamar en caso de que necesitasen ayuda.
-La encontré entre sus cosas.
-Ya se que son unos momentos muy duros
-¡Y usted que coño sabe! ¡Toda mi puta vida ha sido una mentira y me entero porque un loco con la cara abrasada se la ha llevado!
Al otro lado la línea se quedó en silencio. O había dicho algo raro o era que había conseguido amedrentar al viejo general con su tono
-¡Quiero encontrarla y usted me va a ayudar!
-Hija, tu madre puso de muy mal humor a mucha gente, mafiosos, terroristas... . No puedes salir tú sola, pero creo que tengo una manera de ayudarte. Se que te queda un poco lejos pero hay un gimnasio llamado El Canguro Boxeador. Allí hay gente que, si estás dispuesta, te preparará lo suficiente como para sobrevivir si vas en su busca.
Lisa cerró el móvil, no quería escuchar nada más. Hasta ahora toda su vida había sido una farsa, pero ahora tenía la oportunidad de volver a escribirla.
Cuando regresó del supermercado, cerró la puerta y respiró tranquila. Tenía todo lo necesario, lo había meditado mucho pero estaba decidida. Fue derecha al cuarto de su madre y abrió el armario de par en par. En el estante de arriba había una gran bolsa de viaje negra y una mochila con un doble fondo, seguramente pensado para las armas. Primero llenó la mochila; las dos Berettas limpias y cargadas, varios cargadores, un silenciador... y todo el equipo electrónico, el mini-ordenador y la PDA. Además metió las copias de sus archivos. En la bolsa metió la ropa de su madre que pudiera usar, camisetas, pantalones.... . Ahora que ya tenia el equipaje listo era hora de rehacerse. Cogió las tijeras del escritorio de su madre y fue hacia el baño.
Tras un par de horas regresó a la habitación y se vistió con la ropa para montar en la moto. Los pantalones delineaban sus piernas a la perfección y la chaqueta de cuero era extrañamente cómoda. Las líneas amarillas y blancas que la decoraban marcaban un alto contraste con el cuero negro y el rojo de su pelo.
Su madre le había dicho que no confundiera realidad y ficción, que viajar por otras vidas estaba bien, pero siendo consciente de lo que es real. Ahora lo sabía, ahora era consciente de lo real y ahora iba a vivir la vida de verdad. María Elisabetta y Lady Beretta eran ahora una sola.
Revisó otra vez las pistolas, se echó la mochila al hombro y cogió la bolsa.
Hora de quemar rueda.
Damien llegó ante la puerta de la casa de Lisa como casi todas las tardes. Le gustaba mucho hablar con ella, sinceramente no era como el resto de chicas, tenía agallas. Cada día le parecía más extraño que la táctica de hacerse pasar por gay funcionara para que una feminista acérrima permitiera que un tío como él compartiera sus tardes. Cuando giró la esquina había algo fuera de lugar, delante de la puerta de la casa había una moto de gran cilindrada. El pelo de la nuca se le erizó al contemplar la idea de que otro hombre consiguiera acercarse lo suficiente a Lisa como para arrebatársela. Cunado vio salir al motorista empezó a verlo todo rojo.
El extraño enganchó la mochila a la moto y se aseguró la bolsa de viaje a la espalda. Durante un instante se quedo mirando hacia una ventana, la de Lisa. Había otro gallo en el gallineero, pero él estaba dispuesto a todo por conservarla. Se lanzó sobre él cuando estaba de espaldas con intención de hacerlo caer pero el otro se zafó y lo aprisionó contra la pared con la mano izquierda en la garganta. El cuero de los guantes le quemó la piel. Con la derecha preparada en un puño el desconocido se acercó hasta que su agitada respiración empañó el cristal tintado.
-¡¿Quién eres?!-la voz sonaba apagada desde el interior.
-Damien, un amigo de Lisa-las palabras le salieron ahogadas por la presión de aquella mano.
-¡¿Por qué me has atacado?!
-En esa casa no es muy común que entren hombres, así que pensé que estabas con Lisa o con su madre.
-Damien, me decepcionas. El agente Scott no habría dicho nada con la simple amenaza de un puño.
-¿Lisa?-. Entonces se levantó la visera del casco y reconoció aquellos ojos verdes.
-Me alegro de poder despedirme de alguien, Damien. Eres lo único que en queda que sea real.
-¿Te marchas? ¿ Y qué pasa con tu madre?
-A mi madre se la han llevado y yo me voy a buscarla. No te preocupes, se por donde empezar.
-¿Pero eso no debería hacerlo la policía?
-La historia es más complicada y cada vez más parecida a una mala novela de espías. Por
cierto, tengo algo que darte.
Entonces se quitó el casco, descubriendo una inmensa melena roja. Aquella ya no era Lisa, aquella era Lady Beretta, sexy y letal. Se inclinó sobre la moto regalándole una jugosa vsta de su trasero y sacó un disco de la mochila.
-Aquí tienes todas las notas que preparamos sobre el libro. Quiero que lo acabes por mí.
Damien cogió el disco sin pensar más que en lo que eso significaba para él, era un adiós.
-Lisa, quiero decirte algo que nunca me he atrevido a decirte.
-Ya me lo imagino, estás locamente enamorado de mí y no eres gay. No te preocupes, hace varios años que te sigo el juego, sobre todo después de pillarte varias veces mirándome el trasero.
Lisa se subió a la moto y se puso el casco
-Lo nuestro no pudo ser, pero créeme que si veo el libro en algún lugar y no me gusta te buscare..
-Entonces esto es un hasta siempre.
-Nunca se sabe, el mundo es un pañuelo que generalmente está bastante sucio.
-Entonces, hasta pronto Lady Beretta.
-Hasta pronto, Agente Damien.
Invitado- Invitado
Re: Lady Beretta
Me encanta^^
ka_lyrra- Cazador Oscuro
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Re: Lady Beretta
Hector estiró la cabeza hacia atrás hasta que el borde de la silla de playa le molestó en las bértebras. Tras las oscuras lentes miró hacia el sol. No sabía de donde le venía aquella costumbre, pero no podía eviar mirarlo como si le preguntara a todo volumen "¿Y tú que miras?. Volvió a acomodarse en la silla. Definitivamente había que comprar otra porque el maldito trasto le estaba destrozando la espalda. Otra vez. Siempre decía lo mismo pero nunca la cambiaba. Estiró el brazo hasta que alcanzó elcuello de la botella y tomó un largo trago. El líquido frio le bajó rápidamente por la garganta consiguiendo algo de fresco bajo aquel sol . Se pasó la mano por el pelo castaño. Aunque estaba corto algunos mechones habían crecido lo suficiente como para que se le enredaran entre los dedos. Él no era vanidoso, no subía allí para broncearse. Con la mano izquierda se rasco la barba que comenzaba a hacer acto de presencia y con la otra alcanzó una carpeta de cartón marrón. Hasta en sus ratos libres tenía trabajo. Bueno, tampoco es que llevar El Canguro Boxeador llevara demasiado trabajo... . El informe le había llegado a primera hora de la mañana. Por lo visto tendría que entrenar a una chica de unos 18 años que no tenía ni idea de en lo que se metía y que no era seguro que aceptara. Si le habían mandado el informe había grandes probabilidades. Abrió la carpeta y se paró a ver la foto, sacada de una cámara de seguridad de la calle. Erauna chica de altura normal, con el cabello castaño y ropas holgadas. Bastante normalita. Demasiado normalita.Pasó a mirar sus antecedentes. Buena conducta, notas excelentes, un par de disturbios en manifestaciones... . Hasta que vió su ficha familiar, no tenía padre, pero... era la hija de Marie. El alcol que había ingerido le dió una patada en el estómago. Su instructor le había dicho una vez que todos los cabos sueltos acaban formando la soga del ahorcado. Ahora si que le faltaba el aire. Cuando se incorporó cayó en la cuenta de algo extraño. Por el rabillo del ojo se fijó en un motorista que había en la acera al otro lado de la calle. Estaba sacando fotos y levaba rato ahí, si no no lo hubiera notado. Cierto era que los edificios de la zona eran foco de atención dde los turistas, pero no solían aguantar tanto rato quietos... Intentando disimular pulsó el comunicador que tenía camuflado en la oreja.
-Data, hay un motorista sacando fotos.
Una voz le contesto con un tono metálico.
- Tio, estás paranoico, tienes que mirartelo.Aún no ha disparado hacia aquí, aunque es raro que no se haya bajado de la moto...
Entonces el desconocido se giró y disparó directamente a la fachada.
-Mierda.
-Jod**.
-Te lo dije.
Hector salió disparado hacia la escalera de incendios tirando todo hacia su paso, pero cuando alcanzó el suelo el motorista ya había arrancado y girado la esquina a toda velocidad. Volvió a pulsar el comunicador.
-¿Lo tienes?
- No, tenía el casco tintado y la matrícula salía borroso.
- ¿Qué?
- Una lente refractaria. Devuelve la luz impidiendo que se grabe o fotografíe.
- Entonces no era un simple turista. Solo espero que no tenga nada.
- Bueno tio, tampoco es que la fachada diga mucho.
Por fuera, El Canguro Boxeador era una gran nave industrial que había sido remodelada como gimnasio. La única señal exterior de su supuesto uso era un luminoso algo viejo con una caricatura de un canguro con unos descomunales guantes junto con las letras.Las paredes estaban cubiertas de manchas de humedad, dándo un "natural" tono verdoso.Pero en su interior era mucho más.
- Por cierto Data, me vuelvo adentro. ¿Puedes bajarme un expediente que me he dejado en la azotea?
- ¿Tenemos un nuevo recluta?
- Puede que una.
Entonces el motor volvió a sonar, era como una huella dactilar. el motorista regresaba. Se giró justo a tiempo para ver como la moto se paraba a un metro de él. Lo habían vuelto a cazar.Estaba preparado para esquivar una bala pero el motorista simplemente habló.
-¿Esto es realmente el Canguro Boxeador?
-Si, ¿acaso no parace un gimnasio?
-Parece una nave industrial bastante vieja. NO parece ni un gimnasio... ni lo que me han dicho que es realmente- Se levantó la visera del casco dejando unos enormes ojos verdes- Soy María Elisabetta.
- Tan pronto,acabo de recibir tu informe esta mañana.
- Es que mi amiga ha resultado más rápida de lo que creía.-dijo mientras palmeaba el tanque de gasolina como si fuera el lomo de algúna animal.
- Bien, pasa adentro.Seguro que agradecerás el aire acondicionado.
Elisabetta simplemente sa bajó de la moto con la bolsa y la mochila y comenzó a caminar hacia la pequeña puerta de metal mientras se quitaba el casco.
- seguro que se agradece porque este casco me está matando de calor.
Hector no fue capaz de decir lo que hubiera estado pensando cuando se quitó el casco y le vió el rostro. Dios, como se parecía a su madre, salvo en el color del pelo y aquellos ojos verdes. Se parecian tanto....Se vió obligado a sacudir la cabeza para que los recuerdos no o atormentaran y la siguió al interior.
-Data, hay un motorista sacando fotos.
Una voz le contesto con un tono metálico.
- Tio, estás paranoico, tienes que mirartelo.Aún no ha disparado hacia aquí, aunque es raro que no se haya bajado de la moto...
Entonces el desconocido se giró y disparó directamente a la fachada.
-Mierda.
-Jod**.
-Te lo dije.
Hector salió disparado hacia la escalera de incendios tirando todo hacia su paso, pero cuando alcanzó el suelo el motorista ya había arrancado y girado la esquina a toda velocidad. Volvió a pulsar el comunicador.
-¿Lo tienes?
- No, tenía el casco tintado y la matrícula salía borroso.
- ¿Qué?
- Una lente refractaria. Devuelve la luz impidiendo que se grabe o fotografíe.
- Entonces no era un simple turista. Solo espero que no tenga nada.
- Bueno tio, tampoco es que la fachada diga mucho.
Por fuera, El Canguro Boxeador era una gran nave industrial que había sido remodelada como gimnasio. La única señal exterior de su supuesto uso era un luminoso algo viejo con una caricatura de un canguro con unos descomunales guantes junto con las letras.Las paredes estaban cubiertas de manchas de humedad, dándo un "natural" tono verdoso.Pero en su interior era mucho más.
- Por cierto Data, me vuelvo adentro. ¿Puedes bajarme un expediente que me he dejado en la azotea?
- ¿Tenemos un nuevo recluta?
- Puede que una.
Entonces el motor volvió a sonar, era como una huella dactilar. el motorista regresaba. Se giró justo a tiempo para ver como la moto se paraba a un metro de él. Lo habían vuelto a cazar.Estaba preparado para esquivar una bala pero el motorista simplemente habló.
-¿Esto es realmente el Canguro Boxeador?
-Si, ¿acaso no parace un gimnasio?
-Parece una nave industrial bastante vieja. NO parece ni un gimnasio... ni lo que me han dicho que es realmente- Se levantó la visera del casco dejando unos enormes ojos verdes- Soy María Elisabetta.
- Tan pronto,acabo de recibir tu informe esta mañana.
- Es que mi amiga ha resultado más rápida de lo que creía.-dijo mientras palmeaba el tanque de gasolina como si fuera el lomo de algúna animal.
- Bien, pasa adentro.Seguro que agradecerás el aire acondicionado.
Elisabetta simplemente sa bajó de la moto con la bolsa y la mochila y comenzó a caminar hacia la pequeña puerta de metal mientras se quitaba el casco.
- seguro que se agradece porque este casco me está matando de calor.
Hector no fue capaz de decir lo que hubiera estado pensando cuando se quitó el casco y le vió el rostro. Dios, como se parecía a su madre, salvo en el color del pelo y aquellos ojos verdes. Se parecian tanto....Se vió obligado a sacudir la cabeza para que los recuerdos no o atormentaran y la siguió al interior.
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