// EN ESPAÑOL! // GUERRERO DEL SUEÑO // DREAM WARRIOR

Aquí iremos agregando info sobre este nuevo libro.

La info dice que tendrá 320 páginas, como protagonistas podremos ver a Cratus y Delphine, una Dream-Hunter.

Delphine se detuvo para orientarse mientras miraba alrededor de los viejos edificios con trabajados balcones de hierro o elaboradas ramas de árbol, muchas de las cuales se alzaban por encima de las ventanas. Qué ciudad tan extraña... pero desde que no solía estar en el reino mortal a excepción de los sueños humanos.
Este lugar la confundía.
Ella saltó ante el ruidoso sonido que la asustó mientras un auto pasaba junto a ella a toda velocidad.
Phobos le agarró el brazo y tiró de ella para mantenerla a su lado sobre la desigual acera.
—Ten cuidado. Si te golpea un auto, te hará daño.
—Lo siento. No estaba prestando atención.
Él asintió antes de echar un vistazo a la calle donde varios autos permanecían aparcados ante una de las filas de casas que permanecían muy cerca unas de otras, ella se preguntaba si no compartirían también la pared.
—El taller debería estar aquí.
Ella miró hacia donde estaba apuntando. Taller Landry´s, Detalles y Reparación.
—¿Estás seguro de que él está allí?
Phobos le dedicó una burlona mirada .
—Su presencia no es la que está en duda, es el cómo nos recibirá. –el se limpió la frente para quitar un poco de sudor. Pero fue rápidamente sustituído por más.
Ella nunca había estado en un lugar tan caliente en su vida. Pobre Phobos, llevando toda la ropa negra, no es que estuviera exactamente vestido tampoco para ello. Se veía tan sofocado por el calor como se sentía ella. Siempre había pensado en él como uno de los dioses más atractivos con pelo negro y agudos rasgos
Su trabajo era inspirar terror y al mismo tiempo, él y su hermano gemelo, Deimon habían causado estragos en los antiguos campos de batalla. En siglos más recientes, se habían convertido en guerreros para las Furias.
Hasta hacía dos días cuando todo había cambiado…
—¿Cómo fuimos escogidos para esto otra vez? –preguntó ella.
—No estábamos allí cuando Zeus lo desterró y por lo tanto no debería odiarnos tanto como odia a los demás.
Eso era tan reconfortante…
Nop ni siquiera un poco.
Y no quería decir que Cratus los escuchara, ni siquiera se plantearía el ayudarlos.
—¿Crees que tenemos una oportunidad?
—La verdad es que no, pero él nació de los mismos poderes primigenios que Noir y Azura. Sin él en nuestro equipo, estamos jodidos.
Todavía no estaba segura acerca de esto. Zeus los había enviado allí para rogar un favor a un ex dios que seguramente los destriparía tan pronto como aparecieran. Ella nunca había conocido a Cratus, pero su desagradable reputación era legendaria.
No tenía piedad con nadie.
Su brutalidad sólo había sido emparejada por su fanatismo y su decidida determinación. Incluso aunque Zeus le hubiera quitado sus poderes de dios, otros dioses seguían temiéndolo. Aquello solo, lo decía todo sobre su “increible” personalidad. El propio Hefestos le había advertido que no había manera de razonar con Cratus.
El hombre estaba enfadado y era huraño.
Y eso lo era antes de que su castigo lo hubiera vuelto loco.
—¿Estás seguro de que no hay ninguna otra manera?
Las facciones de Phobos se oscurecieron.
— La mitad sus hermanos están muertos y siempre que salen los míos, los hacen retroceder a patadas hacia la Edad de Piedra. Confía en mí, acercar mi estómago a su trasero es lo último que quiero hacer.
Pero esto era un mal necesario.
—Zeus es el que debería estar haciendo esto –se quejó ella mientras se limpiaba el sudor de su propia frente.
Phobos resopló.
—¿Quieres decirle eso?
Ella le miró con ojos entrecerrados.
—Esta fue tu brillante idea, Phobos. Tú encabezas la marcha.
—¿Qué estás? ¿Asustada?
Ella le dedicó una sucia mirada de su cosecha. Con la mitad de su sangre humana, ella había tenido más emociones de la mayoría de sus hermanos Dream-Hunter, pero eran sórdidas comparadas con la humanidad.
—Si fuera capaz de odiar, probablemente te odiaría.
El aspiró bruscamente entre dientes.
—Sabes, obtienes el mejor sexo con una mujer cuando está enfada y te odia.
—Ya que nunca he tenido sexo con una mujer, ¿Cómo podría saberlo? –ella le empujó suavemente el hombro para moverlo.
—Tenemos una misión, Dolophonos. Recuerda si fallamos, tu gemelo muere.
—Créeme, no lo he olvidado. –él cruzó la calle.
Delphine lo siguió a pesar del mal presentimiento que no podía sacudirse.
Entraron en la oficina del taller para encontrar a una niña pequeña que garabateaba sobre una hoja de papel y una mujer alrededor de los treinta sentada ante un golpeado escritorio. La mujer era bastante bonita, con pequeños ojos marrones y pelo negro. Su sonrisa era brillante cuando los miró.
—¿Puedo ayudarles?
—Buscamos a un tipo llamado Cratus.
Ella frunció el ceño.
—No conozco a nadie con ese nombre. Lo siento. Tal vez esté en el taller calle abajo.
Phobos se rascó el cabeza, obviamente tan confundido como lo estaba Delphine.
—De hecho sé que él trabaja aquí, en este taller.
La niña se limpió la nariz y empujó un par de gafas con los nudillos.
—¿Perdieron a su amigo, Mami?
—Haz tu tarea, Boo. –ella volvió su atención de nuevo a Phobos—. Mire, lo siento de veras, pero nunca había oído antes el nombre de Cratus. He trabajado aquí durante cinco años y les aseguro que ninguno de nuestros chicos se llama así. No es exactamente un nombre que olvidaría, usted sabe. –el teléfono empezó a sonar. Ella le puso la mano encima—, ¿Hay algo más que pueda hacer por ustedes?
—No. — Phobos atravesó la enorme ventana que daba de la oficina al área del taller donde los hombres en mono de faena, trabajaban en varios coches.
Delphine siguió su iniciativa y se congeló cuando vio al hombre que buscaban.
Sagrados dioses…
Nadie podría pasarlo por alto.
Dioses santos...
Por algo era el hijo del dios de la fuerza y de la guerra… Aquel formidable poder sangraba de cada poro de su cuerpo. Pasando bastante de los seis pies de alto, estaba constituido por ondulados y definidos músculos mientras se limpiaba la grasa de las manos con un paño azul oscuro. Se había quitado parcialmente la parte de arriba, cuyas mangas rodeaban su delgada cintura, dejando su torso cubierto por solo una camiseta tanque negra que hacía únicamente sus músculos más evidentes. Tribales tatuajes negros cubrían sus brazos de la muñeca a los hombros.
Pero era su rostro el que la hizo jadear. Nunca había visto un hombre más increíblemente hermosamente, excepto por la dentada cicatriz que corría por el lado derecho de su cara, desde el nacimiento del pelo hasta el lóbulo de la oreja. Su ojo derecho estaba cubierto de un parche negro y por la profunda cicatriz, ella se preguntó su habría perdido completamente el ojo debido a cualquiera que fuera la herida que lo hubiese causado.
Aún así no había manera de que le quitase mérito a su belleza. Si en algo, la añadiría. Su pelo negro estaba sudado y se rizaba ligeramente alrededor de una cara que estaba delineada por el acero y espolvoreada con oscuras patillas.
El feroz poder emanaba de cada pulgada de él. Fuerte y mortal, decía que debería estar sobre un campo de batalla, espada en mano, matando y mutilando. Él era todo lo que ella había oído y más.
Que los dioses los ayudaran…
Si no los mataba a ambos, se quedaría atónita.
Phobos echo una mirada a Delphine sobre el hombre.
—Él está definitivamente aquí.
La secretaria frunció el ceño cuando colgó el teléfono.
—¿Estáis buscando a Jericho?
Phobos la miró.
—Cratus, querrás decir.
Ella indicó al hombre que Delphine había estado contemplando.
—Ese es Jericho Davis. El solo ha estado aquí un par de semanas. ¿Está en problemas con las ley o algo? Si están aquí para procesarle…
—No. Nada de eso. –Phobos le dedicó casi una encantadora sonrisa—. Somos viejos amigos.
Ella entrecerró los ojos con suspicacia.
—Bueno si su nombre no es Jericho Davis, tenemos que saberlo. Landry es una persona quisquillosa en lo que se refiere a que toda su gente sea intachable. Aquí no aceptamos chusma o presidiarios. Este es un negocio respetable y tenemos la intención de mantenerlo así.
Phobos alzó las manos.
—No se preocupe, estoy seguro de que no es un criminal. Solo tengo que hablar con él un minuto.
La secretaria resopló.
—Pensé que había dicho que lo conocía.
—Así es.
—¿Entonces como va a dirigirse a un hombre que es mudo?
Phobos pasó su atención sobre Delphine quien estaba tan impresionada como él por aquel descubrimiento.
Seguramente Zeus no habría sido tan cruel...
¿Qué le pasaba? ¿Estaba loca? Por supuesto que lo sería.
Enferma con el pensamiento, Delphine volvió a mirar donde “Jericho” tenía la cabeza bajo el capo de otro coche. ¿Qué le habrían hecho exactamente? Obtener su ayuda parecía menos y menos atractivo por segundos.
—Quédate aquí –dijo Phobos cuando puso la mano sobre el pomo de la puerta que conducía de la oficina al taller.
No había problema. Ella prefería enfrentar a un león rabioso que intentar ganar el favor de un hombre al que los dioses habían jodido tan malamente. ¿Por qué sobre la tierra o debajo de ella debería este hombre ayudarles siquiera?
Esperando lo mejor, se acercó a la ventana para observar a Phobos. Cerró los ojos y se abrió hasta el éter de modo que pudiera oír su conversación.
La tienda estaba inundada con ruídos mecánicos y una radio tocando Live Your Life de T.I. Varios hombres estaban charlando y bromeando mientras trabajaban.
Phobos se detuvo ante el Intrepid blanco ante el que estaba Cratus.
Cratus alzó la mirada y su cara se congeló un instante antes de que volviera a bajarla y continuara trabajando.
Phobos se acercó más.
—Tenemos que hablar.
Cratus le ignoró.
—Cratus…
—No sé que está usted haciendo aquí –dijo un hombre mayor también de buzo que se detuvo al lado de Phobos—, pero está perdiendo el tiempo tratando de dirigirse a Jericho así. El muchacho no puede hablar. –el hombre palmeó el brazo de Jericho—, no es que lo necesite. La manera en que trabaja en un coche es mágica. –él hombre miró a los otros y sonrió—. Intentan hablarle a Jericho… —más risas se le unieron antes que se volviera a trabajar en un Jeep.
—Jericho, —Phobos lo intentó otra vez—. Por favor, concédeme un minuto de tu tiempo.
Si las miradas pudieran matar Phobos estaría muerto al instante. Jericho apartó la mano de un tirón antes de dirigirse a otro coche.
Phobos echó un vistazo a Delphine quien se encogió de hombros en respuesta. Ella no tenía ni idea de cómo convencerlo.
Suspirando, Phobos lo siguió.
—Vamos, yo…
Jericho giró sobre él tan rápido que ella no se dio cuenta si quira que se había movido hasta que hubo lanzado a Phobos sobre el capó del coche y lo fijó a este con una mano en la garganta.
—Jódete y muere, pútrido bastardo –gruñó en la antigua lengua griega de los dioses mientras golpeaba la cabeza de Phobos con furia sobre el capó.
Cada mecánico que oyó su profundo gruñido se detuvo a observarlos.
—Diablos –dijo un alto y delgado afroamericano—. Puede hablar después de todo. ¿Alguien sabe qué idioma es ese?
—Nah, creo que es Alemán.
—Tío –dijo un chico, tirando del brazo de Cratus—, vas a abollar el capó y cuando lo hagas, se descontará de tu sueldo.
Gruñendo, Cratus lanzó a Phobos sacándolo del capó como a una muñeca de trapo. Phobos rodó la mitad del camino por el taller antes de detenerse.
Sus facciones sacudidas, Phobos se puso en pie. Cuando habló, continuó usando su idioma de modo que los humanos no pudieran entenderlos.
—Necesitamos tu ayuda, Cratus.

Cuando se movió pasando de Phobos, llevó su hombro contra los de Phobos haciendo este una mueca de dolor y se frotara el brazo. Él volvió al Intrepid.
—Cratus lleva mucho tiempo muerto. No responderé a ese nombre nunca más.
—Tú eres el único…
Cratus le gruñó.
—No te atrevas a decirme eso. Estáis muertos para mí. Todos vosotros. Ahora, tengo trabajo. Saca el infierno de aquí antes de que me enciendas… otra vez.
Delphine proyectó sus pensamientos a Phobos.
—¿Debería entrar?
—No. No creo que eso ayude. –Phobos se volvió a Cratus—. El destino del mundo está en tus manos. ¿No te importa?
La fiera mirada que le dio Cratus le decía que no. Bueno eso y que se podía ir al Tártaro y pudrirse.
Delphine suspiró. ¿Qué iban a hacer ahora? Ellos necesitaban al diós del la fuerza. Uno que pudiera manejar el poder de la fuente primordial para combatir al más perverso de los seres.
Sin Cratus, no tenían oportunidad.
El más viejo de los hombres caminó hacia Cratus.
—Así que, ¿De qué país eres de todos modos?
Cratus lo ignoró y volvió a trabajar en silencio.
Phobos se movió hasta quedarse a su lado.
—Zeus está dispuesto a perdonarle lo que has hecho. El te ofrece devolverte tu divinidad. Toda ella. Te necesitamos.
Cuando Cratus todavía se negó a responder, Phobos dejó escapar un suspiro de frustración.
—Mira, entiendo porque estás jodido. Pero la vida de mi hermano está en juego aquí. Si tú no me ayudas, Noir lo matará.
—Y doy tanta m*erd* por su vida como él hizo con la mía.
A Phobos le empezó a palpitar un músculo en la barbilla.
—Bien. Cuando el mundo termine y todo el mundo esté muerto, recuerda que tú eres el único de nosotros que podría haberlo detenido.
Cratus continuó ignorándolo.
Phobos se volvió y se dirigió de vuelta a ella.
Delphine continuaba esperando que Cratus lo reconsiderara y detuviera a Phobos. Pero el parecía realmente querer decir lo que había dicho.
A él realmente, la verdad es que no le importaba.
Incluso ella que no tenía nada salvo apagadas emociones tenía más sentimientos de los que parecía tener ese hombre.
—Estamos muertos –dijo Phobos en un oscuro tono cuando se reunió con ella—. Quizás deberíamos reunir otro equipo antes de que seamos nada más que un recuerdo distante.